El
pasado 1° de Mayo se cumplió el 20mo aniversario del día en que
Ayrton Senna se convirtió en el mito más grande del automovilismo. Un día en
que la Formula 1 cambió para siempre.
Ese
GP de Imola había arrancado mal parido desde las tandas de práctica. Allí, el
jóven Rubinho Barrichello, amigo y protegido de Senna, había tenido un
accidente violentísimo, que afortunadamente no tuvo consecuencias graves. La
clasificación del Sábado trajo el accidente fatal de Ronald Ratzenberger, con
todas las dudas que eso provocó en el resto de los pilotos acerca de la
viabilidad de la carrera. El Domingo, para no ser menos, después de la largada,
Pedro Lamy y JJ Lehto chocaron entre sí, dejando muchos restos en la pista, y
haciendo necesaria la intervención del auto de seguridad. Cinco vueltas fueron
necesarias para poder limpiar el asfalto. La carrera se reinicia en el sexto
giro, y vuelve a detenerse en uno más tarde. No era una detención más. El
puntero de la carrera había perdido el control del auto y había golpeado un
muro de concreto que, increíblemente, no tenía protección. El resto de la
historia, lamentablemente, la conocemos todos.
Los buenos tiempos en el historico McLaren-Honda |
Todos
los que estabamos viendo la carrera tratábamos de convencernos de que era
imposible, pero en el fondo sabíamos que no. No sólo había sido la violencia
del accidente y lo claras que eran las imagenes que tomaba el helicóptero.
Estaba esa sensación, algo estaba mal, muy mal. Aquel 1° de Mayo de 1994 no se
fué uno de los más grandes de la Formula 1. Ese día nació el mayor mito de la
historia del automovilismo deportivo. Sólo Ayrton Senna podía provocar esa
sensación, que iba más allá del impacto que provoca ver un accidente en una
carrera. Era él. Nunca pensamos que le podía pasar algo así. Justo al mejor, al
que había aparecido apenas 10 años antes en la categoría, que había sorprendido
a todos sumando puntos en dos de sus tres primeras carreras con un auto muy
modesto como era ese Toleman. El mismo Toleman con el que conseguía un tremendo
segundo puesto en su primer GP de Mónaco. Sí, Mónaco, ese lugar donde sólo
brillan los más grandes y donde él brilló más que todos en 1988, cuando hizo la
mejor vuelta de clasificación que se recuerde. Ayrton dijo que ese día sintió
que no tenía nada más para ofrecer. ¡Qué equivocado que estaba!
Después
de aquella tanda de clasificación vino lo mejor, los tres títulos, 34 carreras
ganadas más. Shows imponentes en Mónaco, pero también en otros lados, como lo
hizo en Donington en el 93, cuando una largada defectuosa lo mandó al 5° lugar,
bajo la lluvia, y logró llegar a la punta antes de que termine la primera
vuelta, superando a los cuatro que lo precedían (incluido Prost) en menos de un
minuto, para luego dominar la carrera de tal forma que terminó 1'23'' adelante
del escolta, a tan sólo un par de segundos de sacarle una vuelta. Vinieron
decenas de poles y vueltas rápidas después de aquel Mónaco '88. Nunca alguien
había estado tan equivocado sobre Ayrton Senna como él mismo aquella mañana.
Claramente, había mucho más por venir. Para 1994 había conseguido subirse al
mejor auto de la grilla, lejos. 1995 lo iba a traer a Buenos Aires para la
vuelta de la Formula 1 a estos pagos. Pero Tamburello y su cemento destruyeron
todo.
A
Buenos Aires en el '95 no vino Senna, vino su inmenso legado. Ese mismo legado
que va a todas las competencias que se disputan desde aquel fatídico 1° de
Mayo. Ese legado que logró que en un deporte donde se juega permanentemente con
la vida de los protagonistas, no haya habido ninguna pérdida que lamentar
durante 20 años. Tan grande fué que la seguridad en la F1 se reinventó por
completo gracias a él. No podía volver a pasar algo así. Y no volvió a pasar.
Tan grande fué que no sólo eso nos dejó.
El homenaje del plantel del Corinthians |
Su
gran rivalidad con Alain Prost -había que ser enorme para tenerlo de rival- fue
la última que vimos en este deporte. Dos tipos que se llevaban tan mal adentro
de la pista que se esforzaban al máximo para superarse mutuamente todas las
carreras, inclusive cuando eran compañeros de equipo. Se hacían mejores el uno
al otro. Y eso lo sabían ambos. Aún lo sabe Prost. Sabe que esa rivalidad fue
la que lo motivó a volver a correr en 1993 después de un año sabático. Lo hizo
sólo para callar a Senna, y por un momento lo consiguió, cuando ganó el título
de ese año.
Alonso @The Wall..... en Imola (profundo homenaje) |
El
legado de Senna también se cuenta en números. En cantidades de récords que aún
no han sido superados. En otros que sí lo fueron, pero que requirieron de
campañas monstruosas para hacerlo. El legado de Senna es la leyenda. Es el
preguntarnos ¿Qué hubiera pasado si Ayrton seguía? ¿Cómo hubieran sido los
duelos con un Schumacher que estaba empezando a mostrar las cosas de las que
era capaz? El Kaiser dominó a voluntad la F1 desde 1995 hasta 2006. No tuvo
grandes rivales. Pensar que podríamos haber visto enormes carreras con ambos en
pista es uno de los ejercicios que más me gusta. Y el habernos arrebatado esa
posibilidad es lo que más le reclamo a Imola y a Tamburello.
No,
lo que más le reclamo fue haberse llevado al más grande. Haber demostrado que
era humano y que también le podía pasar a él. Ese baño de realidad es el daño
más grande que causó aquella carrera. Eso no se lo voy a perdonar nunca.
Irónicamente, fué gracias a esa tragedia que nació este mito inmenso,
inalcanzable para cualquiera, aún superando sus magníficos números. El más
grande de todos en la era moderna, sin duda. Pero eso no lo hizo Imola. A pesar
de sí mismo, eso lo construyó Ayrton Senna. Y eso queda para siempre.
O.C. Kenobi
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Gracias por comentar. ahora hace algo mas interesante. Como comer pochoclos
salu2